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2.1 Autoconocimiento

2. autoconocimiento

 

El objetivo de este módulo es acompañar en la reflexión y en la identificación de verdaderas necesidades y propios recursos para superar con éxito posibles barreras limitantes en la actualidad. Mejorando la autoconciencia y autoconocimiento, poniéndolo en valor en el mercado laboral.

Para lograr definir un proyecto de futuro a través de un balance profesional/personal desarrollando planes de acción que nos permitan fortalecer o mejorar competencias.

(*) Fuente: El Líder emocional. R. Boyatzis, A. McKee, F. Johnston – Harvard Business Press. Deusto.

Si fuéramos honestos con nosotros mismos, si logramos hacer acopio de atención y humildad, tendríamos que admitir que ignoramos de cabo a rabo lo que somos realmente. El primer asomo de sabiduría, recomendable también para los jóvenes, consistiría en confesarnos que sabemos poco o nada acerca de nosotros.

El Quijote le dice a Sancho: “Has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que pueda imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte, como la rana que quiso igualarse con el buey”.

A ninguna de las grandes culturas de la humanidad se le ha escapado recomendar, cuando no mandar, la necesidad de conocerse. La formula más popular es el délfico: “Gnothi seautón” “Nosce te ipsum”, “conócete a ti mismo”. Creemos que nos conocemos, pero es frecuente tener sólo una “vaga idea” de lo que somos, ya que cuando llega la ocasión, como es el momento de una entrevista de selección, concretamos con mucha dificultad, cuando no desvariadamente. “Nosotros, los que conocemos, nos somos desconocidos” (Nietzsche). Los seres humanos hemos puesto nuestro empeño y nuestra atención en conocer y transformar lo que nos rodea, y descuidamos con frecuencia nuestro autoconocimiento. “Sé cuán expuestos estamos a equivocarnos cuando de nosotros mismos se trata”. (Descartes, Discurso del método).

En el año 1976, el psicólogo estadounidense Julian Jaynes sugirió que hasta el segundo milenio antes de Cristo, los humanos no poseían la necesaria conciencia introspectiva para realizar este autoconocimiento. Afirma, que el origen de la conciencia fue el resultado de las capacidades de los dos hemisferios cerebrales, que hasta entonces trabajaban cada uno por su cuenta y enfrentados, se pusieron evolutivamente de acuerdo para colaborar. Todavía, a simple vista, se puede apreciar que en algunos humanos estas partes del cerebro no se han puesto en contacto.

Afirma Peter Drucker, el referente en la literatura del management, que no sería posible explicar los resultados y avances conseguidos en Europa durante un largo período de su historia sin la influencia de la iglesia calvinista y la Compañía de Jesús, sin la explicita recomendación de ambas corrientes a la meditación y al examen de la propia conciencia.

Chris Lowney, vinculado en su etapa educativa a la Compañía de Jesús y ex directivo de J.P. Morgan, que ha escrito el libro “El liderazgo al estilo de los jesuitas” apunta la receta para futuros profesionales y directivos: “conocimiento de los puntos fuertes y débiles de uno mismo, creatividad, ingenio y capacidad de adaptación y mucho coraje”.

Pero ¿por qué tenemos que actualizar este empeño en conocernos cuando nuestro objetivo es buscar trabajo y terminar siendo buenos profesionales?; ¿por qué es importante bucear en nuestro autoconocimiento cuando se trata de buscar trabajo?

En este capítulo encontrarás las respuestas…

  • La auto-reflexión hace unos años era considerada un lujo exclusivo de aquellos que habían elegido la vida contemplativa, como los monjes.
  • Ahora es una necesidad para todos y especialmente para los que aspiran a dirigir o relacionarse con otras personas.
  • Para un profesional del entorno 3.0 es tan importante conocer la tarea como conocerse, autoconocerse.

Beneficios

Tres beneficios inmediatos aparecen cuando te atreves  (“sapare aude, atreverse a pensar”) a pensar sobre ti mismo, cuando  te atreves a conocerte:

  1. El primero es que el mundo exterior aparecerá más nítido, más claro, más comprensible como cuando uno limpia las lentes a través de las que mira la realidad. Porque conocerse es sobre todo calibrar las lentes de las gafas con las que se suele mirar el mundo. Las cosas no son como son, son como  somos, según se repite con distintas fórmulas.
  1. El segundo beneficio es que podrás hablarle a los otros de ti, de tu forma de ser y de hacer, de tu forma de sentir y de valorar, de tus aspiraciones y deseos, después de haber hecho un esfuerzo para conocer aquello de lo que hablas, es decir, de ti mismo. Este aspecto es especialmente importante para una entrevista de búsqueda de empleo o para cualquier conversación normal en donde uno tiene que iniciar su interlocución diciendo” yo opino…” “yo siento…” ,“ yo valoro…”
  1. Finalmente, el tercer beneficio, y no menos importante, es que podrás conocer y comprender mejor a los demás si has realizado el esfuerzo de conocerte a ti mismo. Llegarás más fácilmente al otro, te relacionarás mejor, porque el otro es de tu misma especie, de tu misma naturaleza, es tu espejo. Es un humano como tú. “Entonces me dirigí a mí mismo y me dije: «¿Tú quién eres?», y respondí: «Un hombre»” (San Agustín. Libro X).

Humildad, honestidad y humanidad serán categorías que movilizaremos en este programa de autoconocimiento, la primera gran HABILIDAD a desarrollar para tu empleabilidad.

En nuestro programa, nuestro objetivo es ayudarte a encontrar el trabajo que te mereces y convertirte en un profesional de éxito, es decir humilde, honesto y humano.

La conclusión es que para darte a conocer ante otra persona, el entrevistador o el empleador, es imprescindible que tú mismo te autoconozcas y no te arriesgues a interpretaciones que otros pueden dar a tu vida; puede que  no te favorezcan o, simplemente, no sean las tuyas.

  • El activismo incesante: hacer, hacer y hacer.
  • El deseo de transformar el mundo exterior.
  • La inteligencia como caja de herramienta para transformar el exterior.
  • La inteligencia que se resiste a preguntar el “para qué” se hacen las cosas: mundo interior.

Es una necesidad

¿Por qué esta necesidad del autoconocimiento es escandalosamente necesaria en momentos en los que la tecnología nos posibilita una información tan apabullante del exterior y sobre todo, nos posibilita, por redes sociales y programas específicos muy populares, estar conectados todos con todos, todo el santo día? Por la sencilla razón de que el barco en el navegamos necesita una quilla que profundice en las aguas sobre las que navega para no volcar y arruinar el viaje. Perderemos la perspectiva si pensamos que el éxito o la felicidad, por resumir los dos grandes objetivos, van a depender de la cantidad y de la extensión de las conexiones externas.

El activismo incesante: hacer, hacer, hacer...

Todas las culturas han propuesto la necesidad de autoconocimiento  posiblemente porque ya apreciaban la febril tendencia de los humanos a transformar, a dominar, a recrear la naturaleza, a inventar artilugios y aparatos para dominar el entorno y, por el contrario, la escasa dedicación, cuando no la resistencia, a preguntarnos sobre nosotros mismos, a conocernos o cambiarnos. El activismo compulsivo e incesante para transformar lo que nos rodea, utiliza la inteligencia como una gran caja de herramienta a la que acudir cuando queremos transformar el mundo. Eso es hacer, hacer y hacer. Por esta razón podemos intuir que en las mentes de algunos de los que leen estas páginas estará el reproche de “¿a que viene ahora esto del autoconocimiento?

Activa tu inteligencia reflexiva

Tenemos tanta necesidad de conocer el mundo como de conocernos. La intensa transformación que provocamos en el exterior con los artilugios que inventamos (coches, trenes, aviones, internet) nos obliga a adaptarnos y a transformarnos permanentemente, a  la velocidad con la que transformamos el exterior. Que la inteligencia sea también inteligencia reflexiva y emocional, con capacidad para saber de nuestras emociones.

Se  tiene la extraña  idea de que el proceso de reflexión se debe producir cuando algo va mal, cuando aparece algún trastorno o alguna disfuncionalidad en la conducta. Y no debe ser así, porque la reflexión se convierte en una necesidad  preventiva, como la revisión y engrase de cualquier motor. El motor de la psique necesita reflexión para no quemar sus componentes.

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